La arquitectura de las redes sociales
Artículo para publicación en el Periódico de la Construcción Marzo 2013
Robert Venturi
Desde hace algunos años parece que ni lo uno ni lo otro. Como el descubrimiento del Bosón de Higgs ha aparecido una nueva partícula hasta ahora desconocida en la historia de la arquitectura: la arquitectura del 3D y las redes sociales.
El lapicero como herramienta, la lectura y el aprendizaje de la arquitectura clásica como cimientos sobre los que asentar los edificios parecen ser anacronismos arquitectónicos. Hoy día los programas informáticos dictan las normas de proyectar, las redes sociales son los nuevos medios de divulgación y los buscadores son las fuentes de información. Hay una circunstancia, que aunque no sirve de excusa, es una explicación de por qué hemos llegado a esta situación: la adaptación a los medios tecnológicos actuales. Quizás por falta de tiempo para llegar a todas las áreas, hemos convertido unas herramientas con un enorme potencial en sistemas de trabajo pobres de forma y contenido.
Estos sistemas de trabajo actuales nos llevan a proyectar pensando en imágenes sugerentes, aunque vacías, proyectadas por fotografías asimiladas de algún tweet de arquitectura "moderna" o a realizar edificios con formas complejas que los programas informáticos permiten realizar por sistema, sin recapacitar si es necesario, si es la mejor idea, si es coherente o si podremos construirlo como lo planteamos.
Como en otras revoluciones tecnológicas hemos asistido al nacimiento de los trending topics, de los “me gusta”, de los blogs, etc. Pero está claro que la velocidad con la que se desarrollan y cambian no se ajusta con la realidad en el mundo de la construcción. Vivimos una época en la que desde el inicio de la construcción de un edificio hasta su finalización puede transformar un edificio de vanguardia en uno del pasado, perdiendo por tanto su valor comercial como elemento de innovación tecnológica.
Como en otras ocasiones se empiezan a ver signos de miradas hacia el pasado. El poder evocador de los elementos clásicos puede que no sorprenda tanto como la enésima pirueta arquitectónica pero está claro que se asienta en las ciudades con mayor facilidad y aguanta mejor el paso de los años.